domingo, 3 de junio de 2012

Experimentos

Puede que fuera tu forma de mirar
-aquella que solo usabas los viernes a las cinco menos cuarto-
la que hacía que cambiara el color de mis mejillas.
Y es que cuando me mirabas de aquella manera tan intensa
algo hacía “crac” en mi interior.
Puede que fuera tu forma de decir todo lo que sentías
-o simplemente aquello que se te ocurriera sobre la marcha-
lo que conseguía dejarme siempre sin palabras.
Y es que cuando me decías que lo dejarías todo por mí
me daban ganas de gritar y correr y reír y bailar.
Puede que fuera tu forma de (no) besarme
-aquella que usabas los domingos cuando simplemente querías tenerme cerca-
la que me unía aún más a ti.
Y es que cuando simplemente me rodeabas con tus brazos
todo se sentía como estar en casa.
Puede que fuera tu manera de hacerme siempre feliz,
tu manera de necesitarme cerca.
O tal vez fuera tu manera de quererme.

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