Te vas.
Me dejas. Lloro. Vuelves. Tus besos que saben a dinamita. Mis lágrimas que
destilan temores. Tu voz. Amor para dos. ¿Vienes? Quédate. El olor de tu risa.
El sonido de mi aliento. ¿Me quieres? No contestes. Amor con fecha de
caducidad. Yogures más duraderos que lo nuestro. ¿Te importo? Tal vez tú a mí
sí. Jerséis con olor a viernes. Libros con sabor a fresa. Suspiros. Te quiero a
mi lado. Mentiras que se esconden bajo la almohada. Ilusiones revoloteando
entre tulipanes negros. Si te vas, ¿qué quedará? Malas lenguas que nos
condenan. Chocolate con sabor a sexo. Miedos escondidos tras las persianas. Y
si te vas, ¿qué? Vete, a mí no me importa. Vino con rosas rojas. Naftalina con
olor a vestidos. ¿Y si el mundo está al revés? Pinceles que dibujan en tu
espalda. Lápices que me arañan la vida. Canciones con sueños entre líneas.
Pentagramas con sangre entre silencios. ¿Y si me marcho yo? Niños con ganas de
crecer. Adultos con ganas de ser niños. Y nosotros, que no sabemos ni lo que
somos. Sudor con olor a despedida. Tomate con sabor a vodka. Estaciones que
pasan demasiado rápido. Precipicios insalvables que nos apresan. Escondites
entre mi espalda y tu tobillo. ¿Y qué hacemos cuando llegue el final? Gritos
con sabor a sal. ¿Me quieres? Contesta ya. ¿Y si te vas? ¿Estás seguro? No te
vayas, ven. Quédate. Puntos finales con tendencia a infinitos. Metro cuadrado
para dos.