Te
propongo un juego. Salgamos juntos una temporada, hagamos planes,
ilusionémonos. Podemos hacer cualquier cosa, Madrid es un mundo de
posibilidades. Puede que cojamos el metro y te deje que me guíes sin la ayuda
de un plano, sé que tratándose de ti es un plan suicida, pero es que yo siempre
fui un poco kamikaze. Puede que te pida que me lleves desde Argüelles hasta Goya,
o tal vez quiera ir a Callao desde Campo de las Naciones para echar la tarde en
la Fnac entre un montón de libros de psicología. Otro día podríamos ir a Isla
Azul para perdernos intentando encontrar mi moto en las inmensidades del
parking, o si ese plan no te hace mucha ilusión, podemos ir a pintar nuestra
propia taza en ese pequeño taller que nos coge de camino hacia el templo de
Debod. También podemos, por qué no, jugar a aquello del “capaz o incapaz” por
Bailén. Tú tal vez me retarías a pedirles el teléfono a los skaters de Ópera, y
yo, por supuesto, te desafiaría a plantarte frente al Palacio Real y preguntarle
con acento francés al primero que pasase si sabe dónde pilla el Palacio Real.
¿Qué, cómo lo ves? ¿Te atreves? Otra cosa que se me ocurre, así sobre la
marcha, es ir al Expomanga disfrazados. Yo podría ser un naranjo sin naranjas,
y tú mi media naranja hecha zumo. ¿No le ves el sentido a estos disfraces?
Tranquilo, yo tampoco. Pero has de admitir que tendría su gracia. Otro día
podemos ir al Círculo de Bellas Artes y contemplar todo Madrid desde la azotea
del edificio. Desde allí podríamos hacer una foto, pero eso es lo que hace todo
el mundo, y nosotros no somos como todos, ¿verdad? Así que simplemente podemos
contemplar el paisaje, y luego tú, si se te ocurre, puedes soltar algo
ingenioso. Y si no se te ocurre pues no pasa nada, me coges de la mano, tratas
en vano de calentármela y estás perdonado. Si no eres demasiado torpe podemos
echar una tarde en el Palacio de Hielo y decorar nuestro cuerpo con un par de
moratones, que nunca están de más. Mientras patinamos, también podemos perder
la llave de nuestro casillero para tener así que volver a casa en calcetines.
Alguna tarde tonta de domingo podemos ir al Palacio de los Deportes y animar al
Real Madrid sentados entre una marea de hinchas del Estudiantes. Pero sólo si
eres un buen corredor; no me gustaría acabar en el hospital. Creo que con todos
estos planes tenemos para cosa de dos meses. Tiempo suficiente para
ilusionarnos, ¿no? ¿Y luego? ¿Qué pasa luego? Yo te lo digo: luego el juego se
acaba. Fin del plazo. Luego, todo depende de ti: puedes ser el séptimo chico
que, una vez terminado el juego, sale huyendo. O, por el contrario, puedes ser
el primero que se arriesgue a quedarse.
Ahora soy yo la que te sigue. Continúa así :)
ResponderEliminarEXCEPCIONAL.
ResponderEliminarPRECIOSO. GENIAL.
ResponderEliminar