miércoles, 18 de enero de 2012

Don't you ever leave me

Liam descansaba tirado en el sofá."Every breath you take", de Police, resonaba por toda la casa, trayéndole un montón de recuerdos de su infancia y llevándole al borde de las lágrimas mientras él miraba fijamente el techo y articulaba con los labios sin emitir ningún sonido.
El estridente zumbido del timbre interrumpió la quietud que reinaba, y Liam se levantó costosamente para abrir. Lorene esperaba en el umbral con una gran sonrisa y un libro apretado contra el pecho.
-¿Qué hay, Liam? –saludó con desparpajo. -¡Traigo la solución a todos tus problemas!
Liam observó con recelo el libro que Lorene había separado de su pecho y ahora le mostraba. “100 postres para chuparse los dedos”. Suspiró.
-Lory, no creo que un muffin pueda arreglarme la vida.
-No, claro que no. Pero a falta de una solución, este es un buen sucedáneo, ¿no crees? –sin esperar una respuesta, agarró a su amigo y lo arrastró hasta la cocina.
-Ni siquiera creo que tengamos todos los ingredientes. –protestó Liam.
-No te preocupes por eso. He traído todo lo necesario para hacer los mejores muffins de chocolate de la historia. –aseguró ella mientras se descolgaba la mochila y dejaba su contenido sobre la mesa de la cocina. –Sabía que usarías la excusa de los ingredientes, así que los traje para que no pudieras librarte.
-Lory, no me apetece hacer nada. –murmuró él mirando al suelo. Ella se acercó a él y le obligó a alzar la barbilla y a mirarla a los ojos.
-Ya lo sé. Sé el infierno que estas pasando y créeme que haría lo que fuera para que no tuvieras que pasar por esto. Me cambiaría por ti si fuera posible. Pero no lo es, así que trato de encontrar otras formas de ayudarte. Déjame intentarlo al menos, por favor.
Tras un segundo de silencio, Liam sonrió a su amiga.
-Está bien. ¿Por dónde empezamos?

Un rato después, Liam abría el horno para que Lorene introdujera la bandeja.
-Bueno, ya está. Ahora toca esperar. –comentó ella mientras cerraba de nuevo la puerta. Liam se sentó en una de las sillas, silencioso aunque un poco más animado que antes. La canción de Nancy Sinatra “"These boots are made for walking" dio paso a uno de los mayores éxitos de los 70, "Rain drops keep falling on my head". En cuanto comenzó a sonar, Liam soltó un quejido y comenzó a sollozar muy bajito. A Lorene le faltó tiempo para arrodillarse frente a él y cogerle la mano, acariciándosela en una tranquilizadora cadencia. No dijo nada durante un momento, esperando pacientemente a que él dijera algo.
-Era una de las canciones favoritas de mi madre. –susurró finalmente él. –La bailaba conmigo cuando era pequeño, antes de que me convirtiera en un estúpido adolescente y la tratara horriblemente durante años. Todo es culpa mía.
-Liam, por favor, no digas tonterías. Lo que le pasó a tu madre fue un accidente. No fue culpa tuya.
-Si al menos le hubiera dicho cuanto la quería, Lory. Nunca se lo dije, estaba demasiado ocupado discutiendo con ella continuamente. Seguro que me odiaba.
-Tú querías mucho a tu madre; cualquiera podía verlo. Ella lo sabía, Liam. Te adoraba.
-No, no, no. –murmuró él, negando con la cabeza mientras perdía el control y empezaba a llorar a lágrima viva. –ella debería estar aquí. Soy yo el que debería estar muerto.
-Ay, Liam. Ven aquí. –ella lo atrajo hacia él y él se dejó guiar a ciegas, aferrándose a ella como un niño que acaba de tener una horrible pesadilla.
-Contigo también discuto mucho. Te digo cosas horribles, y te grito. Sabes que nunca lo digo en serio, ¿verdad? –dijo de pronto. La desesperación que destilaba su voz asustó a Lorene.
-Claro que sí. No te… -pero él la interrumpió.
-No me dejes nunca, Lory. Prométeme que por muchas veces que discutamos, por muchas cosas hirientes que te diga, nunca me dejarás. –susurró contra su oreja. Ella se estremeció en silencio y se contuvo para no acercarse aún más a él. Aquel no era el momento para mostrar sus sentimientos.
-Te lo prometo. –le aseguró, acariciándole el pelo.
Permanecieron así un par de segundos más. Los sollozos del muchacho fueron descendiendo y su respiración se acompasó con la de ella.
Los primeros acordes de "Breathe" inundaron el ambiente.
-A ella también le encantaba esta canción. –susurró Liam.
Ella se separó un poco de él y le miró a los ojos.
-¿Bailas conmigo? –Liam observó la mano que su amiga le tendía. Una mano que podía guiarlo a través de los pasos de baile más difíciles, pero que también lo acompañaría en los momentos más duros de su vida. Y, con una pequeña sonrisa que no aparecía en su rostro desde hacía ya demasiado tiempo, se la tomó.

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