viernes, 2 de diciembre de 2011

Errores


-¡Cállate! ¡No sabes lo que dices, no tienes ni puta idea! ¡Cállate! Te odio, te odio, te odio. ¡Te odio!
Esas fueron tus furiosas palabras. Juro que jamás te había visto así: tenías las mejillas rojas, los puños apretados y los labios fruncidos. Tu largo pelo estaba revuelto y enredado por la furia con la que lo habías agarrado. Me mirabas con el cuerpo tenso y un brillo asesino en los ojos que me acongojó más que ninguna otra cosa. Parecías a punto de saltar sobre mí.
Pero ya se sabe: el orgullo masculino juega malas pasadas. Y a veces, te hace cometer errores irreversibles.
-¿Callarme? ¡Joder, no me digas que me calle! Puedo decir lo que me dé la gana, esta es mi casa y son mis reglas. Si tanto me odias, márchate. ¡Sí, márchate! ¡Ya era hora de que te fueras! Nadie va a echarte de menos; sólo eres una pobre desgraciada. Nadie te quiere aquí. Vete, si es lo que quieres. ¿A qué esperas? ¡Venga, vete! ¡Vete!
Me arrepentí en cuanto lo dije, y tú lo sabías. Claro que lo sabías, me conocías bien; demasiado bien. Pero ya se sabe: el orgullo femenino también juega malas pasadas.
Cerré los ojos y me mordí los labios, llevándome las manos a la cabeza.
-No. No, sabes que no era eso lo que quería decir. No…
No abrí los ojos a tiempo de verte desaparecer, pero sí que estuve a tiempo de escuchar el portazo tras tu espalda.

2 comentarios:

  1. Maldito orgullo! Juega tantas malas pasadas,cuantas peleas se evitarian si no existiera.
    Lindo blog!
    te sigo,saludos desde:
    elestiloperdura.blogspot.com

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  2. Odio el orgullo T_T y eso que todo el mundo lo tiene y casi nadie se lo traga.

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